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A propósito del 15 de Mayo... día del Maestro

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hoy por hoy es cotidiano participar en interesantes reflexiones acerca de lo que significa ser maestro. Pues bien; partamos de la definición tomada del Poema escrito por un docente de la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción, titulado “Ser maestro”. Allí entre líneas se deja ver:

 

“Ser maestro es un acto de amor,

porque la entrega de uno mismo está implícita en la tarea;

porque se da a manos llenas sin recibir retribución”

 

Para darle valor a las palabras anteriores, es admisible meditar que ser maestro es un acto de fe; fe en la posibilidad de transformar el mundo educando y en la oportunidad de inscribirse en las formas de pensar de nuestros niños, niñas y jóvenes. De aquí que la sociedad considere que el futuro de ellos está en su formación y en las enseñanzas que han vivido en la escuela, pues es allí donde pasan la mayor parte de su vida.

Admitamos que ser maestro es ser un romántico e idealista; creer más allá de esta época frívola, vacía y escéptica, donde las personas sólo están comprometidas en asuntos superficiales y momentáneos. Con todo y lo anterior, el maestro irrumpe con la esperanza que no hay mal que dure cien años… Aquí conviene detenerse para aclarar que no es el que maestro sea un iluso; no; por el contrario es que ha grabado en su corazón y en su mente la idea de que de la mano de la familia, todos procuraremos el bienestar y la felicidad de aquellos que nos han sido encomendados y que al final del camino, ellos mismos trazarán sus horizontes y entregarán a sus hijos el faro que iluminará sus senderos.

Si ser maestro es un acto de fe que requiere de ser romántico e idealista, creo que hemos llegado al núcleo del escenario educativo. Pudiera creerse que el asunto de formar es un hecho sencillo; pues eso es lo que consideran algunos irresponsables e irreverentes, que bien sea dicho de paso, no han escudriñado en las entrañas de un aula de clases.

Quisiera señalar los retos que le impone el mundo actual al maestro: tiene que educar a sus estudiantes en valores, aunque a la sociedad sólo le interese colmarlos de desenfrenos; tiene que enseñarles que es posible ir en contra de la corriente; en un espacio deshumanizante tiene que enseñar a pensar en el otro; se las ingenia para competir con la tecnología que aleja a los niños de los juegos y los encuentros personales; demuestra que es mejor trabajar honradamente que tener miles de pertenencias adquiridas pasando por encima de los demás; tiene que persuadir  a sus niños para que comprendan que la ética y el buen comportamiento no han pasado de moda; tiene que convencer a sus chicos de que el arte enriquece al espíritu humano de cualquier modo y para rematar tiene que inclinarlos a  pensar de que el futuro prevalece sobre los inmediato.

Pudiéramos escribir uno y muchos libros sobre lo que significa ser maestro; pero he dejado para el final estas reflexiones: Lo más trascendental de ser maestro es que nuestros estudiantes terminen creyendo que esta tierra no es nuestra; que nos ha sido prestada para que el día de mañana la entreguemos a otras generaciones y que es menester aprender a manejarla. La otra reflexión se hace evidente cuando uno de nuestros estudiantes expone que la mayor riqueza que posee es su educación, pues es una herencia que nadie puede quitarle.

Para finiquitar indico desde el fondo de mi alma que a pesar de todas las adversidades somos muchos los que tenemos esta hermosa profesión “Ser maestro”; somos muchos los que nos atrevemos a imaginar un mundo mejor.

 

Ana Adiela González.

Docente

I.E.N.E.R.

 

 

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